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Antes de empezar un reportaje, ¿decides si será en blanco y negro o color o eso lo decides sobre la marcha? Siempre tiro en color, no puedo ver el mundo en blanco y negro, es demasiado abstracto. Cuando empecé a hacer fotos tiraba en blanco y negro, pero me daba la sensación de que faltaba algo, y era el color de las cosas. Luego te das cuenta de que en esas cosas sobra color, y comienzas a restar, a quitar colores para que todo funcione mejor. De todos modos no cambia en nada elegir uno u otro.
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¿Qué otras consideraciones preliminares te planteas? Si quieres háblame concretamente de alguno de los dos proyectos que tienes en marcha.
Me gusta saber un poco del tema que voy a fotografiar. Para El último, un proyecto sobre un pueblo abandonado y su último habitante, he leído libros y ensayos sobre despoblación, sobre costumbres rurales, o he visto películas como Furtivos de Borau
o documentales como El viaje inverso de Lorenzo Soler.
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El tema surge de una idea previa o es fruto de un proceso inconsciente… Quiero decir, por ejemplo, el trabajo de Extremaunción es fruto de una idea que tenías por ahí y empezaste de cero o brotó a partir de unas fotos que hiciste de manera más fortuita, por simple placer y luego viste que ahí había algo más… ¿Qué te inspira? ¿Y cómo una idea se convierte en algo mayor?
En mi caso los proyectos surgen de forma accidental. Lo que está claro es que estos temas están absolutamente relacionados con tu forma de ser, por tanto es una especie de accidente controlado. Nunca vas a comenzar un tema que de una u otra forma no te apasione.
A medida que avanzas en un trabajo éste se vuelve caprichoso y te va llevando por caminos que no esperabas, a veces para simplificarlo y otras para hacerlo más complejo. Esto es lo maravilloso, te das cuenta de lo vivo que están los proyectos, nunca tienes el control total.
Extremaunción, que trata sobre la decadencia de la Iglesia en España, no fue planificado conscientemente, por lo menos al principio, pero quizás el hecho de haber ido a un colegio religioso y no gustarme gran cosa todo lo asociado a la Iglesia pudo darme pié, no sé…
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(c) Fosi Vegue, El Último...
¿Qué es lo más complicado a la hora de afrontar un trabajo de fotoperiodismo? ¿Te resulta fácil acercarte a la gente? ¿Cómo es ese proceso? En muchos casos, la gente es reacia, hay que tener mucho tacto…
Bueno, yo no hago fotoperiodismo, no cubro noticias de actualidad. Intento que mis proyectos tengan una vigencia mayor en el tiempo, más allá de la caducidad de una noticia diaria.
Hasta hace poco no me acercaba a la gente, ahora estoy haciendo más retratos. Intento ser yo mismo, sin forzarme, yo entro a las personas de igual manera vaya a hacer fotos o no, aunque siempre utilizas distintas estrategias según el sujeto, claro.
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¿Y cómo cambian las cosas cuando el objeto retratado no son personas como en el caso de Extremaunción?
Lo importante de la fotografía es comunicar algo con ella o plantear reflexiones, no importa si para ello te sirves de personas, objetos o de ambos.
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Todos tus trabajos son documentales, ¿pero te interesa de alguna manera la fotografía de estudio?
Los temas fotográficos están alrededor nuestro, sólo hay que saberlos manifestar. En la fotografía de estudio no partes de algo dado, tienes que construirlo, y para mi es difícil y aburrido.
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A la hora de trabajar en un proyecto personal, ¿sueles tirar muchas fotos o eres de los que afina la puntería primero, espera y espera antes de disparar?
En general no tiro demasiado. En ocasiones de un mismo motivo haces docenas de fotos para luego darte cuenta de que la buena era la primera, o ninguna. Otras veces haces una sola foto casi sin querer y resulta ser buena también.
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¿Coincides en que además de unas buenas fotos, la edición es algo fundamental? De hecho, una mala edición puede estropear una exposición, un libro…
La edición es tan importante como las buenas fotos. De nada vale tener grandes imágenes si luego entre sí no cuentan nada. Las fotos son como palabras, que aisladas tienen significado pero nunca podrán formar una frase, aunque ese significado sea bello o evocador. Hay que combinar todas estas palabras para formar un relato mayor y pleno de mensaje.
En fotografía no es tan importante tener fotones, lo de la foto única ya no vale, puedes contar grandes historias con una buena edición de fotos normalitas.
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(c) Fosi Vegue, El Último...
Como director de La escuela de Blank Paper, ¿cuáles son, digamos, vuestras principales máximas de enseñanza? ¿Qué ideas queréis transmitir a los alumnos principalmente?
La escuela persigue que sus alumnos desarrollen una forma de mirar y
narrar propias. Hacer fotos es como escribir un libro o un diario, queremos contar
cosas. Deseamos que los alumnos aprendan a crear un lenguaje desde el que conocerse a sí mismos y a lo que les rodea. Nos apoyamos mucho en trabajos de fotógrafos consolidados y en los de otros, que por su proximidad, conocemos de primera mano. Todos los profesores de La escuela somos fotógrafos en activo, que amamos profundamente la fotografía y que hemos hecho de ella nuestra vida. De nuestra experiencia en cada uno de los proyectos que desarrollamos surgen los contenidos que más tarde impartiremos en clase.
De hecho, profesores y alumnos caminamos juntos: las dudas que a mi se me presentan ante la edición de un proyecto para pedir una beca, por ejemplo, intento resolverlas en clase, con ellos. Todos somos vulnerables, y ellos tienen que saberlo.
También tienen que saber lo difícil que es sacar adelante tus proyectos, un libro, una exposición… Y que, aún así, lo importante no es marcarse muchos objetivos, sino divertirse por el camino.
La relación entre profesores y alumnos es muy cercana, al final muchos se convierten en amigos, y la enseñanza trasciende los límites de La escuela. Los alumnos nos acompañan en viajes, a inauguraciones (hace poco fuimos a ver una exposición de Eggleston a Munich con alumnos de Madrid y Castellón), al montaje de una exposición, vienen a comer a casa…
Yo también intento que ellos se involucren en los procesos de La escuela como catalogar la biblioteca, o desarrollar el anuario que sacaremos en septiembre. Tienen que ser conscientes de que nada es regalado.
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¿Cuántos alumnos tenéis?
Juntando la escuelas de Madrid y Castellón más de cien, sin contar los que pasan por los talleres de fin de semana.
A mi no me importa la cantidad, de hecho son grupos reducidos para que ellos saquen el máximo provecho y así nosotros poder conocerlos a todos.
Aún así yo me sorprendo porque en 2006, cuando montamos La escuela, creo que no llegaban a veinte alumnos. La escuela de Castellón también está funcionando muy bien, la coordina Julián Barón.
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Además del trabajo de otros fotógrafos, ¿de quiénes has aprendido?
De todo lo que me rodea: de las historias que me contaba mi abuelo, que supongo intento repetirlas con mis fotos, de ver a mi abuela y a mi madre cocinar y oírlas cantar con la radio, de las penurias y alegrías que te pasan con tus amigos… en estas situaciones se esconde lo realmente trascendente de la vida, lo que más te marca y lo que más sensible te hace.
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¿Del cine o la pintura también se aprende?
Por supuesto. Me encanta el cine, gracias a mi madre, y ya no es sólo una cuestión de aprendizaje sino de puro disfrute. Luego, sin querer, las cosas que ves las aplicas a tus proyectos.
Me gusta el arte en general, estudié Historia del Arte, en clase vamos a ver las maravillas del Prado, puedes aprender tantísimo sobre composición, color, luz…
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¿Y de la literatura? ¿Tu fotografía, por ejemplo, tiene alguna conexión con ella?
Cuando leo un libro imagino los lugares, situaciones o personas que allí aparecen, lo veo en imágenes. Esto me ocurrió cuando leí La lluvia amarilla de Julio Llamazares, años más tarde comencé El último, que narra la misma historia que este libro.
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¿A quién te gustaría retratar (no anónima) y por qué?
Me gusta la gente y las situaciones ordinarias, no me acerco a lo exótico, no busco contar cosas de las que no conozco nada, no sabría cómo hacerlo.
Muchos de tus trabajos tratan de la desaparición, del final de unos tiempos… Lo es ya desde su título Extremaunción y El último. Y lo es Grandes Éxitos. ¿Eres consciente de esta, no sé, fijación temática? ¿Es algo que te preocupa/atrae especialmente?
Me gustan las cosas a punto de desaparecer, los pueblos, las recetas caseras de toda la vida, las historias que te cuentan los mayores … a mi padre también, supongo que lo habré sacado de él. Y me da pena que estas cosas desaparezcan.
También me gusta la Historia o la pequeña historia, e intento que mis temas tengan que ver con ella. Procuro que las cosas de mis proyectos en las que me fijo tengan una profundidad que le venga dada por el propio tema, por todo lo que arrastra.
Pero esto no quiere decir nada, igual mañana hago un trabajo sobre algo novísimo.
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¿Cuál es tu relación con el flash? ¿Te llevas bien o lo tienes encerrado en un cajón?
No lo uso, salvo para encargos. Me gusta mucho más la luz natural, su color, su gradación… para tirar con flash tienes que inventarte la luz, y a mi me cuesta.
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¿Y con el Photoshop?
Es una herramienta fundamental para tratar las imágenes. No es nada nuevo, es el sustituto del cuarto oscuro.
Lo malo es que ahora hay gente que cree que puede hacer una foto mediocre y luego arreglarla en Photoshop, como un milagro, y no es así . Creo que el digital puede hacer que seas menos exigente con la calidad de tus fotos.
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¿Cuándo te diste cuenta de que ibas a dedicarte a la fotografía? ¿Ha sido algo vocacional?
Siempre me ha gustado escuchar cuentos e historias pequeñas de cosas cercanas. A mi también me gusta contarlas, pero se me olvidan con facilidad. No sé dibujar y no podría escribir. La fotografía me permite todo eso, y además me divierte. La fotografía tiene muy buena memoria, por eso me gusta.
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¿Cuál fue tu primera cámara?
Una Canon vieja que me regalo mi tía Rosi, siempre se lo agradeceré.
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¿Y con qué equipo trabajas ahora?
No le doy ninguna importancia a la cámara, las imágenes están en nuestra cabeza, la cámara sólo es una herramienta para materializarlas.
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¿De qué manera se ha ido transformando tu ojo, tu manera de mirar a lo largo de los años, desde Gran Vía a Grandes Éxitos?
A medida que crezco como persona evoluciono también en todo lo que tiene que ver con la fotografía. Ahora creo que confiero más profundidad a mis proyectos. Al principio vas un poco a lo loco, casi son los temas los que te eligen a ti, luego eres tú el que decide sobre qué quieres hablar.
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¿Por qué decidisteis montar la escuela de Blank Paper?
Blank Paper es un colectivo de seis fotógrafos surgido entre 2003 y 2004. Nos apasiona la fotografía, y cuando algo te gusta lo compartes. No hay nada tan gratificante como ver a alguien emocionarse cuando consigue plasmar una idea con una imagen o disfrutar de la obra de algún fotógrafo.
Por otro lado creemos que la formación fotográfica en España es precaria y excesivamente cara. Nosotros primamos que los alumnos consigan su propio lenguaje fotográfico, que sean capaces de desarrollar su propio criterio visual al ver la obra de otros autores. No vemos la fotografía como un oficio, sino como una forma de vida. En La escuela a nadie se le va a enseñar a trabajar de fotógrafo, sino a usar la fotografía para expresarse.
Nuestro precios son bajos, me parece inconcebible que alguien no pueda estudiar por no poder pagárselo. Esa fue una de las razones para convocar la BECA Blank Paper de Fotografía, para que al menos un alumno pueda estudiar gratis en el Curso Anual.
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Desde tu visión personal y tu experiencia, ¿qué supone para ti la fotografía?
Lo que me hace levantarme contento cada día, (aunque suene fatal).
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¿De qué manera te han ayudado los distintos premios que has recibido?
Te dan ánimo para seguir trabajando, pero siempre hay que exigirse muchísimo, a pesar de todos los premios del mundo. Creo que el mayor premio es la constancia.
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¿Es complicado encontrar sitios donde exponer en Madrid?
Es como todo, el que la sigue la consigue, hay que proponérselo, pero no es fácil.
De todo modos una exposición termina siendo algo efímero, prefiero invertir mis energías en hacer un libro, que es más complicado todavía.
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¿Qué te gusta además de la fotografía?
El gazpacho. Viajar. Matías. Carmen. Mis amigos. Tomarme una caña al sol…
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